Los zombis no dan vía

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El miedo cobra cada vez más terreno en nuestra sociedad, nuestras vidas. Sabemos que la baja tasa de impuestos se paga indirectamente en otras partes. Como pagar seguridad privada porque la policía es insuficiente e inefectiva, servicios de perimetrización de viviendas tanto individuales como colonias completas, y medidas de seguridad en automóviles: alarmas, polarizados, GPS, etc.
Hablando de estos últimos, los automóviles, los kits de seguridad son tan comunes, estamos tan acostumbrados. Se venden como parte de los extras de los vehículos nuevos. Si nos hacemos con un vehículo que carezca de ellos hay tantos distribuidores donde encontrarlos. Es imposible pasar por la 2a Calle entre 6a y 7a Av. de la zona 9 sin que nos salte un vendedor de plumillas, alarmas o polarizado.
Y ah el polarizado, no puede faltar en carro nuevo para sentirnos seguros. Irónico es que una pantalla encendida de un dispositivo electrónico es claramente visible desde fuera, que sabemos que nos sentimos invisibles y es perfectamente claro que a bordo va al menos una persona (¡claro! Aún no tenemos carros que se manejen solos) y con el mercado tecnológico de hoy salvo asalto previo en la misma calle es casi seguro que el conductor lleva consigo un teléfono celular. Parece que la única ventaja de polarizar es la anonimidad de piloto y pasajeros.
Esto nos lleva a una gran desventaja de tener un vehículo polarizado: nos hace violentos, nos hace insensibles, nos hace menos empáticos y por ende menos humanos. Es simple, es más fácil quitarle el paso a alguien que no puedes ver. Bocinar a la camioneta que lanza dos carriles a la vez. Y sobretodo es más fácil creer que quien maneja en ambos casos es un cretino egoísta que trata de ganarnos algo del camino. ¿Ganar qué? No tengo idea, no es racional. Simplemente nos enojamos porque nos han quitado el derecho a seguir esperando y a pesar de ello recibimos todos lo mismo: hacer la exactamente misma espera ¿Absurdo, no? Nos gana el morbo por demonizar a quien nos ha hecho enojar. No sentimos empatía. No podemos ver que quien quiere paso es otro ser humano que también quiere llegar a su destino. Tampoco que la camioneta es llevada por una mamá a quien quizás le cuesta manejar y lleva a sus tres hijos a estudiar.
El polarizado no deja ver quién maneja, no deja ver que la otra persona es un ser humano, no permite que sintamos empatía con otra pobre alma (a veces almas) que está atrapada con nosotros en el horrible caos vial que es el pan diario de cada día en esta ciudad. Si en nuestra mente no somos más que nosotros ante un ejército de vehículos desposeídos de humanidad entonces esto no es una sociedad, esto es suciedad.

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